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Half writer | half concepts

Published February 22, 2018

The remains of the day

Due to the recent Novel Prize awarded to Kazuo Ishiguro, I have allowed myself to post a review of this masterpiece, The remains of the day, published on Le Monde Diplomatique, peruvian edition, circa 2009:

Los restos del día
Kazuo Ishiguro
Anagrama, 1998

Con un dominio absoluto del lenguaje de un viejo caballero inglés, Ishiguro narra las vicisitudes que implicaba una vida orientada por completo al servicio de otros, más concretamente, la vida de Mr. Stevens, agotado representante de una casta casi al borde de la extinción; la de los antiguos mayordomos ingleses. La sutileza extrema con la que el autor sigue las vivencias de dicho personaje, ejemplo máximo de la abnegación y quizás último de su especie, nos permite ser partícipes de sus reflexiones en torno a lo que significaba — para un sirviente de aquella época — una vida digna, plena de sentido. En su caso, ésta habría alcanzado el cénit al servir a Lord Darlington, tradicional representante de la nobleza inglesa, y a quien Stevens consideraba de la más alta talla moral, a pesar de haber acabado sus días repudiado por haber intentado un aproximación entre la Corona Inglesa y el régimen Nazi de la pre-guerra.

Las vivencias de Stevens dan cuenta de los entretelones de una mansión plagada por conferencias de paz internacionales y extraoficiales -post Versalles-, diplomáticos de todas las nacionalidades, y salones en donde se decidirían — parafraseando al protagonista — asuntos de suma importancia para el futuro de la humanidad. Las motivaciones más oscuras de tales hombres quedan en evidencia y desautorizan, por momentos, su justificación de vida. Estas experiencias se ven, a su vez, embebidas en el afecto que nace hacia Mrs. Kenton — tenaz ama de llaves de la casa — y que da inicio a una relación de mutua y genuina admiración, relación que luego es oscurecida por el deber y las reacias estructuras mentales y afectivas, consecuencia de una vida de sacrificios.

La novela, al igual que su adaptación cinematográfica, la novela roza los límites de una gran obra de arte. Casi totalitaria y meditativa como pocas, los niveles de profundidad de las abstracciones y apologías de un ser humano son llevados a nuevos extremos. Una novela clásica. Ganadora del Premio Booker (1989).

 

Oliver Glave, 2009

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Oliver Glave